Por el porvenir que encierra ese grito en tu garganta

A la hora exacta en que el océano engulle en silencio al horizonte
se alzan en mí estirpes atávicas llenas de conciencia.
Retumba en mi memoria un grito: el de la Tierra.
Resopla en mis oídos una plegaria: la de las abejas.

Susurros recordando lo que ya sabíamos pero olvidamos:
que somos ella,
que somos Gaia.

Me pongo a admirar tus manos,
la vereda trazada por tu risa
mientras acaricias sus ramas y narras sus temporadas,
dando fe de las piedras que tiramos sin siquiera mirarlas
para esconder pulcramente nuestras manos, desahuciadas.

Cuando me flaquean las fuerzas, retrocedo, me regodeo.
Sé que no seguirás estelas, sé que no admitirás violencia.
Sonrío y tarareo canciones ancestrales,
serena y apaciguada
por el porvenir que encierra ese grito en tu garganta.

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